lunes, 26 de diciembre de 2011

[U]n verbo en dicha diátesis expresa una acción, que parte del sujeto y vuelve a regresar hacia él mismo, como: βουλευομαι, me aconsejo a mí mismo. [...] Los que no disponemos de formas gramaticales comparables con las de la antigua Hélade, obviamente tampoco tenemos estructuras mentales correspondientes. Así, se nos hace fácil equiparar la diátesis media con lo que hoy designamos verbos reflexivos, como el aconsejarse citado por Kühner-Blass. Mas, dicha forma gramatical también existe para muchos verbos no reflexivos, donde los problemas de traducción no son de fácil solución. En vía de ilustración citamos el verbo λυω, desatar. La forma medial λυομαι, Penagos, el gramático español, traduce: Me desato; en cambio, Frangos, gramático griego, traduce: Yo desato para mí. Salta a la vista la radical diferencia entre una y otra de estas dos versiones. En ambos casos la acción, como dicen Kühner-Blass, recae sobre el sujeto actuante, empero, para Penagos sujeto y objeto se identifican, mientras que para Frangos, aunque en algunos casos esto puede ser cierto, no lo es en otros. Kühner-Gerth ofrecen un ejemplo claro al respecto: καταστρεφομαι την γην, me subyugo el país, que equivale a decir: subyugo el país para mí. Lo que la diátesis media aquí expresa, no es meramente la recaída de la acción sobre el sujeto, sino a la vez, la transformación del objeto para el sujeto.

Horst Matthai,
Pensar y ser III. Heráclito el obscuro,
Universidad Autónoma de Baja California, Mexicali, 1997, pp. 44-45

domingo, 25 de diciembre de 2011

Heidegger y Einstein son protagonistas de la tragedia humana del hombre moderno. Comprometidos con un mundo de orientación empírica aceptan como prioritario el dato proveniente de lo sensible, optando el primero por el método fenomenológico y el otro por el llamado científico, dejando a la zaga el vasto horizonte de la intuición. ¿Será por eso que Heidegger suprimiera la sección arriba citada [la tercera sección de la primera parte de El Ser y el Tiempo, según refiere en Carta sobre el humanismo] y abandonara la publicación de la segunda parte de su máxima obra, y será también por esto que Einstein, reconociendo la insuficiencia de la Teoría de la Relatividad, dedicara el resto de su vida a la búsqueda, infructuosa por cierto, de la fórmula unitaria que restituyera a la física su legitimidad científica?

Horst Matthai,
Pensar y ser III. Heráclito el obscuro,
Universidad Autónoma de Baja California, Mexicali, 1997, p. 41

martes, 13 de diciembre de 2011

[L]os pensadores griegos arcaicos no disponían de un legado de símbolos lingüísticos que les permitiera expresar sus profundas intuiciones de una manera fácilmente inteligible para los demás. Esto, sin embargo, puede que sea uno de los aspectos más fecundos del pensar filosófico, porque, si Heidegger tiene razón, y si el SER en tanto λογος necesita del λεγειν, del decir o hablar, precisamente para conservar su independencia, esto significaría que dicho SER, a través del decir y hablar, puede ser expresado en siempre nuevas formas, permitiendo que cada uno de los filosofantes encuentre la suya.

Horst Matthai,
Pensar y ser III. Heráclito el obscuro,
Universidad Autónoma de Baja California, Mexicali, 1997, pp. 8-9

jueves, 1 de diciembre de 2011

Muchos de los grandes pensadores de la antigua Grecia viajaban extensamente, y el cruce de muchas fronteras los puso en contacto con la sabiduría de algunos de los más antiguos pueblos de la Tierra. Empero, las culturas de aquellos pueblos estaban estancadas, sus fronteras encerraban sociedades rígidamente controladas y su pensamiento seguía cánones inflexibles. En cambio, los griegos, una vez asimiladas las profundas verdades sostenidas por sus anfitriones y ya de regreso en su país, las convertían en punto de partida de un proceso cuyo ímpetu no sólo no ha disminuido, sino que promete inspirar nuevas generaciones durante largos tiempos aún. De esta manera convirtieron en dinámicas las ciencias como filosofía, matemática, astronomía, física, psicología y muchas otras, cuya semilla, la más de las veces, encontramos en aquella antigua cultura. Es, pues, la historia misma la que nos enseña que no sólo es importante el cruce de las fronteras por los hombres y los bienes materiales, sino, más importante aún, el cruce de fronteras por las ideas, que las convierte en el elemento humanizante por excelencia.

Horst Matthai,
citado en Gabriel Trujillo Muñoz,
"Horst Matthai Quelle (1912-1999): La filosofía como a one man operation",
Universidad Autónoma de Baja California, Mexicali, 1990, pp. 402-403
 

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