[U]n verbo en dicha diátesis expresa una acción, que parte del sujeto y vuelve a regresar hacia él mismo, como: βουλευομαι, me aconsejo a mí mismo. [...] Los que no disponemos de formas gramaticales comparables con las de la antigua Hélade, obviamente tampoco tenemos estructuras mentales correspondientes. Así, se nos hace fácil equiparar la diátesis media con lo que hoy designamos verbos reflexivos, como el aconsejarse citado por Kühner-Blass. Mas, dicha forma gramatical también existe para muchos verbos no reflexivos, donde los problemas de traducción no son de fácil solución. En vía de ilustración citamos el verbo λυω, desatar. La forma medial λυομαι, Penagos, el gramático español, traduce: Me desato; en cambio, Frangos, gramático griego, traduce: Yo desato para mí. Salta a la vista la radical diferencia entre una y otra de estas dos versiones. En ambos casos la acción, como dicen Kühner-Blass, recae sobre el sujeto actuante, empero, para Penagos sujeto y objeto se identifican, mientras que para Frangos, aunque en algunos casos esto puede ser cierto, no lo es en otros. Kühner-Gerth ofrecen un ejemplo claro al respecto: καταστρεφομαι την γην, me subyugo el país, que equivale a decir: subyugo el país para mí. Lo que la diátesis media aquí expresa, no es meramente la recaída de la acción sobre el sujeto, sino a la vez, la transformación del objeto para el sujeto.
Horst Matthai,
Pensar y ser III. Heráclito el obscuro,
Universidad Autónoma de Baja California, Mexicali, 1997, pp. 44-45